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Y entonces entendí por qué quería escribir sobre Berger y terminé escribiendo sobre Berger, así también hubiera querido decir algo sobre los desaciertos políticos de este año que no me representan, al contrario, me hacen sentir que soy más huérfano.
Por Diego Aristizábal Múnera - desdeelcuarto@gmail.com
Quería escribir sobre John Berger porque la semana pasada encontré “Lila y Flag”, y tenía la ilusión de leerla esta semana para comentarla, pero no alcancé. Quería recordar a este escritor británico y silencioso que me dice tanto cada que lo leo. Quería volver sobre sus libros para celebrar a este hombre que releyó y tachó todo lo que pudo antes de publicar, para que sus libros, así se conozcan poco, sigan siendo memorables. Quería echarle otra vez un vistazo a ese libro sobre los emigrantes trabajadores, “Un séptimo hombre”, un libro que cuando se publicó, en 1974, fue ignorado casi por completo. Ahora, con toda la problemática que vivimos, tanto en Europa como en América, es más importante que antes.
El libro empezó a tener vida cuando comenzaron a leerlo algunos de quienes trataba el libro. Esto escribió en el prefacio de la edición que se publicó en 2010: “Todavía me encuentro con lectores del Sur que me hablan del impacto del libro cuando cayó en sus manos por primera vez en una favela de Estambul, en un puerto griego, en las barriadas de Madrid, Damasco o Bombay. Ya no era un tratado sociológico (ni siquiera político en primer grado) sino, más bien, un pequeño libro de historias de vida, una secuencia de momentos vividos, tal como uno espera de un álbum de fotos familiares”. Quería volver sobre ese libro que me conmovió tanto hace unos cuantos años, “Un hombre afortunado”, que cuenta la historia de ese médico rural que necesitaba curar a los otros para curarse a sí mismo y que sabía muy bien que un médico cumple bien su papel cuando pertenece a la comunidad y no vive simplemente en ella. Quería hablar sobre ese hombre que siempre se consideró un huérfano de este mundo y por eso propuso una conspiración de huérfanos, “rechazamos toda jerarquía, damos por sentada la mierda del mundo e intercambiamos historias sobre cómo, a pesar de todo, sobrevivimos.
Somos impertinentes. Más de la mitad de las estrellas del universo son huérfanas, no pertenecen a constelación alguna y arrojan más luz que todas las estrellas de la constelación”. Y entonces entendí por qué quería escribir sobre Berger y terminé escribiendo sobre Berger, así también hubiera querido decir algo sobre los desaciertos políticos de este año que no me representan, al contrario, me hacen sentir que soy más huérfano, pero no por eso, un ser aislado que busca otro mundo; prefiero aferrarme a este para tratar de entender por qué pasa lo que pasa, por qué personas como yo nos decepcionamos ante las insaciables guerras, la carencia de líderes políticos en Colombia y la reelección de Trump. A raíz de esto, una amiga me escribió: “Anoche pensaba en ese dicho que dice: las desgracias vienen de a tres”. Nada puede ser más elocuente.
El consuelo es que después de las desgracias contadas, algo tiene que empezar a cambiar. ¿Cómo qué?, pues empecemos por cosas sencillas, como leer a John Berger que habla en sus libros de esos seres humanos huérfanos que silenciosamente arrojan más luz que todas las estrellas que ahora nos abruman.