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Madrugar

Quienes tienen que desempeñar labores nocturnas, suponiendo que existe Dios, no cuentan con su ayuda, y no le aportan al país porque, según Miguel Uribe, no vale la pena trasnochar.

30 de agosto de 2024
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  • Madrugar

Por Diego Aristizábal Múnera - desdeelcuarto@gmail.com

Me da rabia escribir sobre esto, porque es caer en las boberías y en el juego de replicar los mensajes sesgados y amañados de nuestros políticos colombianos, pero bueno, ya qué. Esta columna parte del video que publicó en sus redes sociales el senador Miguel Uribe Turbay, cargado de esas frases que caen tan fácilmente en el lugar común:

“Nosotros, los colombianos, a las 4 a.m., ya muchos nos levantamos a trabajar (...) Estamos seguros de que aquí, ‘al que madruga, Dios le ayuda’, y que cuando se comienza temprano, el día rinde más. Estamos seguros de que este país salió adelante, madrugando a trabajar (...) Afortunadamente, aquí estamos los que creemos que por nuestro país, vale la pena madrugar”.

Un mensaje así, además de tener una carga de inocencia, me irrita bastante por dos cosas: la primera, no me cabe en la cabeza que un político y sus asesores aún le apunten a este tipo de ideas, que resalten las supuestas virtudes de una parte de la población (los que madrugan); es decir, quienes tienen que desempeñar labores nocturnas, suponiendo que existe Dios, no cuentan con su ayuda, y no le aportan al país porque, según Miguel Uribe, no vale la pena trasnochar y los noctámbulos, que no madrugan, poco o nada han hecho por este país.

La segunda razón, que me molesta más aún, es que yo, que amo madrugar y trabajar, no me identifico con lo dicho por el senador, al contrario, siento que su mensaje divide y juzga innecesariamente. Yo, que madrugo recitando estos versos de Rafael Alberti: “Yo soy un hombre de la madrugada/ comprometido con la luz primera./ Me pide el sol que cante en cada aurora,/ y yo no puedo al sol decirle ¡espera!”, no me siento más que quienes son capaces de trasnochar, impávidos y enérgicos.

Es más, soy un perezoso que se me cierran los ojos a las 9 p.m., un tipo aburrido. A mí, la verdad, no me interesan mucho las virtudes de madrugar que tanto salen en estudios y que nuestra cultura ha entronizado de una manera absurda, yo madrugo, sencillamente, porque me sale natural.

Con mensajes así, seguimos segmentando y radicalizando. Ojalá algún día nuestros políticos colombianos tengan más altura, propongan reflexiones más profundas, que incluyan, que persuadan, que involucren. A Colombia ya no le cabe una división más.

Madrugar o trasnochar, ambas tan perfectas, ambas con sus silencios y sus cosas, ambas con tantísimos encantos como para exaltar solo a los madrugadores. Por nuestro país, vale la pena madrugar y trasnochar, vale la pena defender la libertad y que cada quien decida cómo y a qué horas puede hacer mejor las cosas.

Ni qué decir, en un país como el nuestro, también son muchos los que tienen que madrugar y trasnochar para mantener sus hogares. ¿A esos quién los enaltece, senador Uribe?

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