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Colombia no es un juego

12 de junio de 2025
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  • Colombia no es un juego
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Por Diego Santos - @diegosantos

El jueves pasado vi a un amigo en Cartagena y le estreché con cariño la mano. Dos días después le pegaron un tiro en la cabeza. Hoy se aferra a la vida lo más que puede. Ese amigo, resulta, es senador, líder opositor y precandidato presidencial. Es Miguel Uribe. Más allá del dolor que me produjo la noticia, lo que me rompió fueron las reacciones posteriores de muchos colombianos.

No habían pasado más de 10 minutos del trágico hecho cuando ya algunas personas insinuaban que se trataba de un autoatentado. En paralelo, líderes políticos, quisiera creer que de manera inconsciente, buscaron las cámaras y micrófonos en medio del dolor para conjeturar al respecto. Yo mismo le dije al presidente Gustavo Petro que era un desgraciado, una basura de ser humano y un hijueputa. Horas después, el mismo Petro respondía que quienes lo acusaban del crimen eran unas ratas miserables.

Cinco días después del atentado, la agresividad no cesa. Una tuitera con más de 50 mil seguidores en X señalaba que todo era una farsa y que Miguel “saldría caminado como si nada”. A su vez, la senadora del Pacto Histórico, Isabel Zuleta, insinuó que la Fundación Santa Fe de Bogotá podría estar participando de una farsa política de la oposición para frenar la Consulta Popular. En tanto, el senador Efraín Cepeda se creyó con la legitimidad de asumir las funciones del presidente de la República.

En medio de tanta incoherencia, la esposa de Miguel, María Claudia Tarazona, quien podría estar llena de odio y rabia, salió con un mensaje de amor y de unión, de compasión y solidaridad. “Hay que unirse”. Pareciera que pocos la escucharon, porque la virulencia no hizo sino crecer.

En tanto, el director del Colectivo de Justicia Racial, Alí Bantú Ashanti, publicaba un video en el que un chocoano decía que no había que tener solidaridad con Miguel, puesto que él no ha tenido solidaridad con sus muertos. “¿Cuándo esas gentes se solidarizan con las gentes que mueren diariamente en las comunas?”.

Somos una sociedad completamente destruida. Ni siquiera el gobierno actual, el que se decía ser el más social y convocante, logró cambiar nuestra dinámica permanente de inmolarnos, de odiarnos los unos a los otros. En uno de los momentos de quiebre institucional más delicados que ha pasado Colombia, como lo es el de ahora, buena parte de los dirigentes políticos, y una parte importante de la sociedad, no han sido capaces de entender que Colombia no es un juego, no es un fortín.

No hemos entendido que debemos hacer una profunda autocrítica, que nosotros también somos parte de este descuadernamiento, que les vamos a dejar a nuestros hijos la misma violencia que nos dejaron nuestros padres, que estamos fracasando monumentalmente como generación, que la vida nos ha puesto ante una situación para obrar con grandeza y altura y ni así somos capaces de entenderlo. Colombia se hunde en un hueco que casi todos, porque hay quienes se salvan, estamos cavando.

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