Por Lina María Múnera G.
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Los domingos nunca son indiferentes. Un martes lo puede ser e incluso un jueves pese al cosquilleo que provoca la cercanía del viernes. Sin embargo los domingos siempre se hacen sentir con fuerza y nunca pasan de puntillas. Tal vez sea la ralentización de las horas, el sonido quedo de la ciudad o la soledad que se intuye desde la ventana. Algo de esto y un poco de aquello impiden que los domingos pasen sin generar un efecto en nosotros.
Los domingos buscan...