Hay algunas escenas de películas que ves y te persiguen toda la vida. Te asaltan a veces en medio de la nada, en un momento improbable. Una de ellas está al final de la película “Ciudadano Kane” y en ella se ve al magnate Charles Foster Kane, desprovisto de vitalidad, pronunciar “Rosebud”, una palabra que estaba escrita en un trineo con el que jugaba en la nieve cuando era niño. Aquel hombre que tuvo dinero y ese poder que para algunos se convierte en droga, abandonó la vida con un recuerdo de sus primeros años. O como escribió hace tiempo Antonio Drove en El País de España: “Rosebud es la infancia perdida”.
A todos nos marcan los días de la niñez. Los sabores, la forma en que queremos y lo expresamos. Lo que juzgamos, el orden que tenemos o...