Por Rodrigo Fernández Correa
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¿Recuerdan la película El Lobo de Wall Street? La historia de uno de los más célebres protagonistas del fraude financiero mundial: Bernard Madoff. Se estima que la cifra de su estafa financiera, considerada la mayor de la historia, llegó a los 60 millones de dólares. Hoy se encuentra condenado a 150 años de prisión.
Así hemos sido testigos de innumerables casos de corrupción en todos los ámbitos de la sociedad: fraudes económicos e innovación para el delito que alcanzan niveles creativos jamás imaginados.
Con el fin de dar con los responsables de este tipo de fraudes hemos llegado hasta el límite de optar por comportamientos igualmente delictivos como el espionaje, la interceptación de comunicaciones, los falsos testigos, la difusión indebida e, incluso, las amenazas a la reputación y al buen nombre. Formas absolutamente cuestionables para un buen propósito.
Por fortuna hoy aparecen salidas ingeniosas para estos desafíos. La nueva cultura antifraude toma elementos de la cuarta revolución industrial como los esquemas formales de prevención, el compromiso institucional, el uso de algoritmos, Big Data e inteligencia artificial, combinados con una ciencia que recién llega a la conversación, pero que será una voz revolucionaria: la Economía Conductual.
Esta área del conocimiento estudia cómo las emociones, la forma en la que procesamos la información y aprendemos, y la manera en la que nos relacionamos, influyen en nuestra toma de decisiones económicas, en el manejo de los recursos y hasta en la forma en la que compramos. ¿Qué emociones llevan a una persona a robar dinero de su lugar de trabajo? ¿Cómo sus actitudes y comportamientos lo delatan ante los demás?, son preguntas que podríamos hacernos bajo esta nueva perspectiva.
Su mayor representante, el Premio Nobel de Economía de 2017, Richard Talher, autor de libros como “Todo lo que he aprendido de la Psicología Económica”, “Portarse Mal”, y coautor de “Un Pequeño Empujón” (Nudge), fue reconocido por el gobierno de Suecia por haber “construido un puente entre los análisis económicos y psicológicos de la toma de decisiones individuales”.
Puentes como los que actualmente construyen diversas universidades en el mundo, las cuales han desarrollado programas académicos concentrados en la Economía Conductual y el fraude. Con protocolos, sistemas y análisis de conductas que permiten evaluar, detectar y gestionar el fraude interno en compañías de todos los sectores económicos. En Colombia, para mencionar un caso, la firma ManpowerGroup descubrió negocios que se dedican a comercializar incapacidades médicas, una licencia de 30 días puede comprarse por 300.000 pesos. El conocimiento de la conducta humana y de su incidencia en la economía podría ayudar a resolver e incluso a prevenir este tipo de situaciones.
Finalmente, es necesario aclarar que esa es apenas una de las muchísimas aplicaciones de la Economía Conductual. Sus múltiples herramientas serán un gran insumo para que las empresas y gobiernos tomen mejores decisiones económicas, basadas en el conocimiento real de la conducta de sus públicos, mercados e individuos.
A aquellos lobos del sector público y privado, se les acaba de revelar un enemigo que pondrá serios obstáculos en su repudiable comportamiento.