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El año sin criterio

Por Lina María Múnera Gutiérrez- muneralina66@gmail.com

Que año tan sin criterio

este del 73

que se llevó al cementerio

a tres Pablos a la vez.

Vinicius de Moraes

Cada año despide tanto a gente corriente como a figuras icónicas de la época. Pero que hace 50 años el mundo le haya dicho adiós a tres artistas excelsos es algo tal vez excepcional. Un pintor, un poeta y un músico que reflejaron en sus obras, como pocos, su manera de entender la realidad que les tocó vivir y que no fue cualquier experiencia. Marcados por la Guerra Civil española y por la II Guerra Mundial, Pablo Picasso, Pablo Neruda y Pablo Casals se marcharon para siempre en 1973 dejando un rastro de compromiso cívico y político que, independientemente de sus respectivas ideologías, estuvo siempre ligado a la causa de la paz.

Sin embargo, aunque su vigencia es innegable, leerlos desde esta nueva cultura de la cancelación resulta complicado. Porque la vida privada de cada uno tiene sombras en las que cuesta adentrarse. La relación de Picasso con las mujeres, rayana en la misoginia; la no relación de Neruda con su única hija que nació con hidrocefalia y el episodio que narra en su autobiografía Confieso que he vivido, donde queda claro que violó a una mujer mientras vivía en Sri Lanka; o esa diferencia de edad entre Casals y quien fuera posteriormente su viuda: cuando se casaron, ella tenía 20 años y él 80.

Así que para comprender su contribución al mundo del arte, hay que dejar a un lado todas esas historias y valorar su capacidad para hacer avanzar cada una de las disciplinas que eligieron. Compartimentar lo que sabemos para reconocer que Picasso es EL artista plástico del siglo XX, capaz de representarlo con “toda su crueldad, violencia, pasión y excesos”, como lo definió Miquel Iceta, ministro de Cultura español. A su vez, sobre Neruda basta decir que Harold Bloom, el crítico literario más importante de habla inglesa, aseveró que“ ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él”. Y Casals cambió no solo la manera de tocar el violoncello y la percepción que se tenía de este sino también el estilo de dirigir una orquesta.

Y a lo largo de la extensa carrera de cada uno de ellos, los tres Pablos marcharon siempre de frente contra el nazismo y el fascismo, y le tendieron la mano a los sublevados y a los exiliados. Aún cuando Picasso y Neruda militaron en el comunismo. Fueron abrumadoramente populares en vida, en una época sin redes sociales que volvieran virales sus mensajes. Dejaron obras que irán eternamente ligadas a la búsqueda de la paz: el Guernica de Picasso, El Canto General de Neruda y el Himno para las Naciones Unidas compuesto por Casals.

Independientemente de sus grandísimas contradicciones y de las lecturas que hacemos hoy de otros tiempos cuyas costumbres no queremos que se perpetúen, ¿cómo borrar la emoción que se siente al leer un buen verso de amor, el asombro que produce una imagen deconstruida, o el estremecimiento por el sonido de una nota baja del violonchelo?

No recordar a estos tres maestros que se fueron en el 73 sería un ejercicio de injusticia en contra de obras que transformaron la historia del arte del siglo XX

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