¿Qué sería de Daniel Quintero sin el uribismo?
Se empieza a hacer evidente que el nocivo paso de Quintero por la Alpujarra convergerá hacia un legado angosto, unidimensional, en el que todo el daño que le ha hecho a la gobernanza de la ciudad tratará de justificarse según un principio goebbeliano: el de simplificar la realidad con la creación de un enemigo común, culpable de todos los males. En el mundo de Daniel Quintero, todo, absolutamente todo, puede llegar a entenderse como algo de lo que fue culpable el uribismo (o el FajardoGEAFicoAnibalUribismo, dependiendo).
El caso más reciente y claro de la fijación mediocremente forzada que tiene Quintero con el uribismo es la pataleta que ha montado alrededor de la venta de UNE.
A pesar de sumar ya cinco intentos fallidos, Quintero todavía no ha podido explicar para qué usaría la plata de una posible venta de UNE. Después tres años de constantes denuncias, su aplanadora en el Concejo se ha esfumado, una porción significativa de concejales ha dejado de confiar en él. Cuando entra a plenaria, más de uno esconde su billetera. Así, sin haber podido tener claridad de para qué se usarían los recursos de una posible venta, no sorprende que la mayoría del concejo haya votado negativo.
Pero claro, en el mundo de Daniel Quintero, en la narrativa que busca crear, el cuento es distinto: todo es culpa del uribismo, aquel monstruo que pulula en todas partes.
Sin embargo, para este caso particular, el alcalde sí que tiene “rabo de paja”.
Por un lado, la mitad de los uribistas en el concejo han estado con él. Porque ya no es un secreto para nadie: Albert Corredor, Nataly Vélez, Lina García y Maria Paula Aguinaga, concejales elegidos por el CD en 2019, han estado, casi sin excepción, en las toldas quinteristas. Una realidad ante la que gagueó la semana pasada en una entrevista concedida a Blu Radio, porque le tumba cualquier pantomima: Quintero, cuya posición ideológica es totalmente maleable, ha co-gobernado con el uribismo durante toda su alcaldía, sin problema alguno. Albert, su keratino de confianza, otrora un uribista furibundo, pinta como el candidato de Quintero en 2023. La fallida venta de UNE, que supuestamente cayó por culpa del uribismo, tuvo los votos a favor de Nataly y Lina, concejales uribistas. Algo irónico, cuando menos.
Por otro lado, mientras el uribismo apoya los proyectos que supuestamente también sabotea, el alcalde Quintero recibe “fuego amigo”: Luis Bernardo Vélez y Simón Pérez, concejales que algún día fueron sus aliados, hacen parte de los votos en contra de la venta de UNE. El primero no es cualquier aliado: fue nada más y nada menos que la cabeza de la lista al concejo de “Independientes”, el movimiento de Quintero. Cómo será de grave lo que le tocó conocer que, luego de ser uno de sus primeros apoyos de peso en la ciudad, decidió irse por el camino opuesto. Simón Pérez, por una vía distinta, también había forjado vínculos de cercanía: viene de ser director del Centro de Innovación del Maestro (Mova), una posición de liderazgo dentro de la Secretaría de Educación. El uribismo infiltrándose hasta en los funcionarios de la alcaldía y los aliados más cercanos del alcalde. ¿O será que el tema de fondo es algo distinto?
El “Coco” uribista es una narrativa muy efectiva. Lástima que se caiga tan fácil