Un amigo catalán, presidente de la junta directiva de la empresa de su familia, me decía hace un par de años: “No existen sino dos tipos de empresas familiares: las que aún no tienen conflicto y las que ya lo tienen”.
Las empresas familiares además de la riqueza monetaria deberían ayudar a consolidar la riqueza emocional de la familia. Desafortunadamente este no es siempre el caso, pues cuando no hay un manejo adecuado del conflicto se afectan las relaciones familiares, el desempeño de la empresa y su valoración.
El conflicto es una incompatibilidad interpersonal que se manifiesta en desacuerdos, discusiones, manipulación y ambiciones desmedidas, unido a sentimientos negativos como ira, frustración, hostilidad y agresividad. Al final sólo genera...