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Dado que los precios de los energéticos han retrocedido pero las emisiones siguen en aumento, es un buen momento para empezar un desmonte gradual de los subsidios a nivel global
Por Diego Mesa Puyo *- d.mesapuyo@columbia.edu
Economistas del Fondo Monetario Internacional publicaron esta semana un estudio en el que estiman que los subsidios a los combustibles fósiles en 2022 alcanzaron una cifra récord de $7 trillones de dólares americanos, producto de los mecanismos que diferentes gobiernos implementaron para hacerle frente al incremento de los precios de los energéticos ocasionado por la recuperación económica pospandemia y la invasión de Rusia a Ucrania.
Sin embargo, es paradójico que mientras el mundo redobla esfuerzos para acelerar la transición energética y contener el calentamiento global, los subsidios a los productos derivados de los hidrocarburos, los cuales son la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero, representen el 7 por ciento del PIB global. Para poner la cifra en contexto, el valor de los subsidios equivale a un 65 por ciento más de lo que invierten todos los gobiernos juntos en educación y cerca de dos terceras partes de lo que el mundo gasta hoy en atención médica (10,9 por ciento del PIB mundial).
Según el estudio, en los últimos dos años los subsidios a los combustibles fósiles aumentaron $2 trillones de dólares, ya que los subsidios explícitos se duplicaron hasta alcanzar $1,3 trillones. Una gran parte del costo total de los subsidios corresponde a valores implícitos, ya que los daños ambientales generados por el consumo de combustibles fósiles, como la contaminación del aire local y el calentamiento global, no están reflejados en el precio de los carburantes. Justamente, el estudio estima los subsidios implícitos en cerca de $5 trillones de dólares. En otras palabras, esta cifra es lo que los consumidores de combustible fósiles debieron haber pagado por los daños ambientales asociados a su combustión.
Por otro lado, si los gobiernos decidieran desmontar los subsidios explícitos e impusieran impuestos correctivos a los combustibles fósiles, los precios de estos energéticos se incrementarían, pero los ciudadanos y las empresas serían más conscientes al momento de tomar decisiones de consumo e inversión. El resultado sería una reducción importante en las emisiones globales de CO2, aire más limpio, menos enfermedades pulmonares y un mayor recaudo fiscal. En este sentido, el estudio estima que desmontar los subsidios evitaría cerca de 1,6 millones de muertes prematuras al año, acercaría al mundo al cumplimiento de las metas ambientales del Acuerdo de París, y los ingresos fiscales aumentarían en $4,4 trillones de dólares americanos a nivel global.
Para avanzar en este tipo de medidas, es importante diseñar y socializar políticas para utilizar los recursos generados por el desmonte de los subsidios y el recaudo de impuestos ambientales. Por ejemplo, parte de los recursos deberían usarse para compensar los hogares más pobres, mientras que otra parte podría usarse para reducir otros impuestos o incrementar la inversión en educación, atención médica y energías limpias. Finalmente, dado que los precios de los energéticos han retrocedido pero las emisiones siguen en aumento, es un buen momento para empezar un desmonte gradual de los subsidios a nivel global y utilizar el mayor espacio fiscal para proteger a los más vulnerables e invertir en tecnologías verdes.
*Miembro Distinguido Visitante del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia en Nueva York