Este 20 de julio ha sido el día de la independencia más raro que me ha tocado vivir en mi vida. No hubo desfiles militares. El Ejército estaba en acuartelamiento de primer grado. En Bogotá, la estatua de nuestro libertador estuvo sola todo el día, en la principal plaza de Colombia porque el gobierno prohibió todos los desfiles —incluidos los pacíficos—, en ese lugar.
Las calles del centro también estuvieron casi vacías. No se veía un policía, ni siquiera los del tristemente famoso Esmad, el escuadrón antidisturbios encargado de controlar las marchas de protesta.
Mientras tanto, en el Capitolio Nacional, los senadores y representantes se reunían —como cada 20 de julio— para nombrar las nuevas mesas directivas del Senado y la Cámara de representantes....