Si los hinchas del Poderoso DIM también van al cielo busquen allí a mi tío Aníbal Giraldo Jiménez. Nos dejó hace poco, a la temprana edad de 80 años. Digo temprana porque su madre, mamá Rosa, se abrió del parche a los 101 años, 18 hijos y un mundo de nietos.
En asuntos futbolísticos Aníbal me enseñó a pescar y me regaló el pescado. Fue el primero que me llevó a ver clásicos DIM-Nacional al Atanasio Girardot en los años cincuenta, cuando la vida era en blanco y negro, el color de la felicidad. En blanco y negro eran la televisión y la mayoría de las películas que veíamos.
Me gastaba esquimal de La Fuente en el descanso del clásico, pero respetó siempre el “libre desarrollo de mi personalidad” y me permitió ser devoto del Nacional, de quien me...