Cuando desperté de la siesta el día del plebiscito, el dinosaurio del NO estaba allí, en la pantalla del televisor. Los que dormíamos por anticipado el sueño del triunfo arrollador quedamos sin norte, sur, oriente, ni occidente.
Me fue mejor en el plebiscito del 57 cuando fui a matinal doble en el teatro Aranjuez.
“Esperemos los votos de la costa”, me dije, espantando las últimas briznas de sueño, recordando al expresidente López quien expresó algo parecido en otra coyuntura electoral.
Nunca llegarían los votos salvadores por López ni por el sí al acuerdo con las Farc.
Mientras los boletines de la Registraduría iban llegando, visité mi siquiatra de pared, el espejo: Tenía cara de retrato hablando, de N.N. Idéntica cara lucirían después por televisión...