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Federico Hoyos Salazar
Columnista

Federico Hoyos Salazar

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El esfuerzo por comprender

Por Federico Hoyos Salazar

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Las charlas con John, el escritor y barbero de Oviedo, son algunas de las que encuentro más entretenidas y esclarecedoras. En mi último paso por su silla, conversamos sobre el paro nacional. “El problema, hermano, es que no sabemos hablar de política”, me dijo. “Desde la infancia nos enseñan que es mejor no hablar de este tema ni de religión, entonces ¿cómo nos vamos a entender?”. Comentar acerca de política no significa necesariamente hacerlo respecto a partidos, líderes, o discusiones en el Senado. Reflexionar sobre lo público significa pensar en desarrollo, proyección como sociedad y sobre todo del modo como tramitamos nuestras diferencias.

Tuve la oportunidad de participar en un espacio de diálogo con María, Melissa y Daniel, que Eafit y Comfama denominaron “Conversaciones posibles”. Durante algo más de una hora hablamos serenamente, sin interrupciones ni réplicas acaloradas. Entre todos analizamos la situación de protestas en el país, el concepto de la no violencia y la necesidad de reformas institucionales. Hubo acuerdos y desacuerdos, sin embargo, nada evitó que nos escucháramos con atención y respeto. Al vivir esta experiencia, recordé mi paso por el Congreso de la República, en donde era difícil escucharse, tanto por el ruido y la falta de atención de los asistentes a esas extensas sesiones, como por la necesidad de replicar casi inmediatamente a la argumentación del sector contrario. Así se podrá debatir, pero no comprender al otro.

Pensando en mi participación en Conversaciones posibles me quedo con que no importa la visión o filosofía, mas sí la apertura mental e intelectual para escuchar otras visiones. También, que para entender con profundidad asuntos complejos es necesario atender ideas contrarias a las propias. Finalmente, que, para dialogar, a veces no es necesario responder o criticar, la escucha en sí misma significa un avance concreto que genera confianza y cercanía.

Ante la pregunta de María, la moderadora de dicha conversación sobre el uso del diálogo como una suerte de comodín y lugar común de respuesta ante las adversidades sociales, se me ocurrió contestar que depende con quién se dialoga y la disposición para hacerlo. El diálogo entre personas con ideas semejantes difícilmente concluirá en alternativas a la resolución de los problemas.

Dice Mauricio García en El país de las emociones tristes que Spinoza trató de entender a sus detractores y que repetía con frecuencia: “Hago lo posible por no burlarme, por no lamentarme, por no detestar a nadie, tan sólo por comprender”. No encontraremos soluciones evitando hablar de política, el esfuerzo debe radicar en hacerlo de manera que comprendamos lo que somos y lo que pensamos

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