Que el petróleo ha sido la perdición de Venezuela es algo bien sabido. El Dorado que durante siglos buscaron los exploradores españoles existía en forma de oro negro, así como la misma maldición para quien lo encontrara. Durante un tiempo, la abundancia petrolera convirtió a Venezuela en la tierra de las oportunidades hasta que, con la llegada del chavismo, todo se fue al garete. Entre 2004 y 2016 varios ministros del régimen crearon una red con sociedades en el paraíso fiscal panameño para desviar fondos de la petrolera estatal Pdvsa. Todos ellos tenían testaferros, negocios y propiedades bien documentadas en España. La trama era tan grosera que cayó por su propio peso y hoy es objeto de investigaciones en EE.UU. y España. Sin embargo, el esquema se ha replicado varias veces.
La producción petrolera venezolana muestra un declive de 68 % respecto a 2013, año en que Nicolás Maduro jura el cargo. Su barril de crudo promedio desde esa fecha apenas supera los 40 dólares. Según los analistas, Venezuela ya solo exporta Merey, un crudo extrapesado que viene de la Faja Petrolífera del Orinoco, mezclado con crudo liviano que se extrae de Occidente. Para asegurarse la venta, acuciada por las sanciones de EE.UU. y la UE, y la caída de la demanda, Venezuela lleva años ofreciendo en mercados paralelos fuertes descuentos. Así, el barril de Merey ha llegado a cotizar a 7 dólares, muy por debajo de su costo de producción, entre 11 y 15 dólares, lo que significa una pérdida de 50 %.
Para sortear las sanciones, el régimen trata de vender sin control alguno crudo en todos los mercados “pirata”. El bloqueo de barcos de hace un año dejó al descubierto a 16 tanqueros, que transportan dos meses de producción de combustibles venezolanos, atrapados en aguas de varios países. Algunas embarcaciones llegaron a vagar más de medio año con unos cargamentos destinados al mejor postor, lo que conlleva fuertes descuentos a los que además se carga el retraso de demora en la venta, de al menos 30.000 dólares por día por los costes a la naviera.
Sin embargo, el régimen dispone de un grupo de empresarios afines dispuestos a jugársela a cambio de fuertes comisiones y de la vista gorda del régimen al desvío de esas ganancias hacia Panamá. Malasia, Singapur, Indonesia, Turquía, la costa africana y Hong Kong son algunos de los puntos calientes para el contrabando del crudo de Pdvsa aunque el trasvase puede hacerse en cualquier lugar, ocultando el origen del cargamento.
Una de estas empresas es Richeart International, registrada en Hong Kong y vinculada al próspero empresario Camilo Ibrahim Issa, que dispone de toda una red de empresas en Panamá, España y varios “territorios amigos” junto a un nutrido grupo de empresarios venezolanos a través de las cuales mueven los ingresos que obtienen de sus lucrativas operaciones con el beneplácito del régimen de Maduro. Ibrahim Issa es quien otorgó el préstamo que evitó la disolución de la aerolínea hispano-venezolana Plus Ultra vía una sociedad panameña.
Hoy, Plus Ultra ha sido rescatada con el dinero de todos los españoles con 53 millones de euros pese a que más del 60 % de su propiedad está en manos de empresarios de origen o cédula venezolana. Sigan el esquema y entenderán cómo blanquear dinero de actividades ilícitas, saqueando bienes públicos a uno y otro lado del Atlántico, con la ayuda de gobiernos afines y de voluntades compradas. Eso era el chavismo