La inmensa mayoría de los venezolanos que han tenido el coraje de venirse para Colombia son buenos e inteligentes. Aquí trabajan en una gran variedad de oficios dignos. Nuestro país ha tenido hacia ellos un comportamiento hospitalario y acertado por las normas de regularización que ha venido adoptando. Organizaciones internacionales reconocen la pertinencia de disposiciones gubernamentales tan positivas como el Estatuto para la Protección de Inmigrantes y la certificación del PPT, el programa de protección temporal que les facilita la vinculación laboral, la apertura de cuentas bancarias y otras garantías.
Entre más de dos millones de nacidos en el querido país vecino llegados a nuestro territorio puede haber, como en todo, individuos indeseables que ocasionan actitudes xenófobas. Pero aquellos a los que he conocido en el Quindío y Antioquia son serios, decentes, responsables en el cumplimiento de sus deberes y están animados de una gran capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, así como han tenido la fortaleza de superar el golpe duro de la separación de sus familias y amistades para emprender la construcción de nuevas formas de vida.
Tengo la convicción y la certidumbre de que los contingentes de venezolanos que han sido acogidos dentro de nuestras fronteras están llamados a protagonizar la refundación de su propia nación cuando retornen a Venezuela y la situación del país evolucione, lo que no sucederá “en cuestión de horas”, como pensábamos con Duque, sino en la medida en que el tiempo y los ciudadanos vayan retomando las riendas del poder y poniendo orden allá donde el desorden, el totalitarismo, las dificultades económicas y políticas, la perplejidad general y todos los demás factores de inequidad se conjuren y del desastre del socialismo bolivariano se pase a una etapa de reconstrucción, recuperación y enderezamiento del destino histórico de la Patria de Bolívar y don Andrés Bello.
Estos chamos que luchan en Colombia y dejan un testimonio admirable de calidad humana van a retornar algún día, de seguro, para ser artífices de la nación justa y libre que merecen. Aquí están haciendo escuela con el ejemplo de su esfuerzo. Si se quedan, su presencia aquí seguirá siendo determinante en el progreso integral de nuestro país. Cuando vuelvan a Venezuela van a efectuar una transformación formidable gracias al aprendizaje, la capacitación y la formación que han asumido y acumulado en proyectos, empresas y frentes de trabajo colombianos en los que se les ha acogido con aprecio y justa valoración que marcarán nuevos rumbos de cooperación binacional.
En la historia no han sido escasos los ejemplos. En los setenta del siglo pasado, centenares de miles de jóvenes chinos que se desplazaron a Occidente volvieron a su país a innovar, modernizar, hacer crecer y reactivar la economía, la cohesión social y el modo de vida, hasta llegar a la economía socialista de mercado con Deng Xiao Ping. China es distinta gracias a la obra de los cerebros repatriados. Así ha de ser Venezuela cuando el destino sea dirigido por estos chamos