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Confinado lector. Hace pocos días se cumplió el 75º aniversario que conmemora la fecha en la cual se clausuraron los últimos campos de concentración donde murieron cerca de 6.000.000 de seres, la mayoría de origen judío. Los medios de comunicación pasaron por alto mencionar esta terrible matanza por estar preocupados con el problema del coronavirus que azota al mundo y que hasta este momento deja cerca de 160.000 personas fallecidas.
Al escribir sobre el Holocausto es forzoso hacerlo dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial. El germen de esta catástrofe fue el tratado de Versalles que impuso severas condiciones al pueblo alemán al perder la guerra de 1914-1918. Esta nación fue humillada y debió vivir años difíciles.
Adolfo Hitler nació en Austria; siendo joven se afilió al Partido Obrero Alemán. En 1923 participó en un intento de golpe político, fue encarcelado. Allí escribió su célebre obra Mein Kampf (Mis Memorias). Gracias a la fuerza de sus palabras y de sus gestos conquistó a miles de adeptos. Su personalidad era arrolladora, irritable, intransigente y violenta.
Luego de alcanzar el poder absoluto quiso reinar en el mundo. Cuando inició la persecución a los judíos y a católicos que no comulgaban con él, varios obispos alemanes y holandeses se pronunciaron en su contra. Igual lo hizo Pío XII en su encíclica Summi Pontificatus, en la que se opuso al exterminio de los judíos, lo cual desató la furia del Führer.
El primer país que anexó a su nación fue Austria, que se rindió a sus pies. Después quiso tomar buena parte de Checoslovaquia, pero este pueblo se negó a rendirse. Al final con la complacencia de Chamberlain (Inglaterrra) y Daladier (Francia), le dieron gusto entregando la parte más rica y poblada de esa nación.
Pasó después a invadir a Polonia, nación que luchó hasta ser destrozada. Luego, con inaudita brutalidad y muerte subyugó a Letonia, Estonia, Lituania, Finlandia, Bélgica, Holanda y Dinamarca. Mientras tanto Francia soñaba que no era con ella. Sin embargo, arribaron los ejércitos de Hitler y los soldados herederos de Napoleón claudicaron con relativa facilidad.
Llegó a Rusia hasta las afueras de Moscú y Leningrado. El ejército ruso y el frío glacial derrotaron a las fuerzas armadas de Alemania. El próximo objetivo fue Inglaterra. Un solo hombre, W. Churchill, se enfrentó no solo contra Hitler sino con muchos de sus copartidarios. Buscó la ayuda de Estados Unidos, inclusive de Rusia y como lo dijo: con lágrimas, sudor y sangre, triunfó sobre un demente que fue idolatrado por millones de compatriotas, a los que nunca les importó la crueldad con que exterminó a millones de gente indefensa.
Los muertos en esta contienda incluyendo los de China y Japón suman 55.000.000. Del Holocausto nació el pueblo de Israel.
P.d. Mientras más se demore la apertura, habrá mayor desempleo, hambre enfermedad y conflictos. Ante esta dura realidad es forzoso convivir con el virus, observando comportamientos que estén a nuestro alcance y no a los de Corea del Sur.
