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Sara Jaramillo Klinkert
Columnista

Sara Jaramillo Klinkert

Publicado

El hubiera no existe

$Creditonota

Un perro caniche corretea por el balcón del apartamento donde vive. Una señora camina por la acera. Otra señora mira a la señora caminar por la acera. Un bus de la línea 55 transita por la vía mientras el conductor canta la canción que suena en la radio. Un hombre espera al bus en la esquina. Ninguno de los cuatro ve cuándo el perro se desliza por entre las rendijas de la baranda. Ninguno de los cuatro ve ese cuerpo peludo y blanco descendiendo trece pisos en caída libre hasta estampillarse contra una de las señoras. Ambos mueren al instante. La otra señora los ve yacer inmóviles sobre el suelo y entonces cruza la calle sin mirar, en el instante mismo en que el bus va pasando. Hace dos segundos estaba viva. Hace un segundo sintió el impulso de correr a ayudar a la otra señora. Ahora está muerta debido al impacto del bus. En la esquina, aquel hombre, que ya no podrá tomar el transporte, entra en pánico al ver muertas a las dos mujeres y al perro. Se pone ambas manos sobre el pecho porque siente el corazón acelerado. Luego se desploma en plena calle. Morirá minutos después en la ambulancia que lo traslada al hospital. Infarto, quedará consignado en la autopsia.

Lo anterior parece inverosímil y, sin embargo, ocurrió hace unos años en Argentina. Desde que supe la historia no he podido dejar de preguntarme si las cosas nos pasan por estar en la hora y el lugar equivocados. ¿Acaso existe tal cosa como un lugar y una hora correctos? Algunos dirán que sí porque los seres humanos creemos tener más poder del que tenemos. Nos encanta sentir que controlamos el curso de nuestras vidas. Por eso ahorramos dinero, vamos a los chequeos médicos, hacemos ejercicio y, en condiciones normales, miramos hacia ambos lados antes de cruzar la calle. Vivimos en medio de una falsa sensación de seguridad porque de lo contrario la vida se nos mostraría tan azarosa como en realidad es. Somos conscientes de nuestra mortalidad y, sin embargo, actuamos como si no lo fuéramos. La condición humana es lo más valioso que tenemos y, al mismo tiempo, es nuestra mayor tragedia. Nadie, absolutamente nadie, tiene la certeza de un mañana.

¿Y si la señora se hubiera detenido cinco segundos a amarrarse los zapatos? ¿Y si el conductor del bus no se hubiera pasado el semáforo en amarillo? ¿Y si el caniche, en vez de jugar entre las barandas, hubiera tomado una siesta? El hubiera no existe. Designa algo que no ocurrió ni ocurrirá. Gran parte de nuestro desgaste emocional se genera por andar pensando en cómo nuestra realidad habría podido ser diferente si hubiéramos hecho tal o cual cosa. Creo que hay una enorme paz en aceptar que, la mayoría de las veces, las cosas son como son y no como deseamos que sean. También creo que el universo se debe reír de la insignificancia de nuestros deseos. Cualquier día simplemente estaremos en el lugar incorrecto y podría caernos un perro del cielo. Y no hay nada que podamos hacer para evitarlo 

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