Condorito debe tener un permiso especial para circular los sábados con EL COLOMBIANO en estos días de enclaustramiento. A los 71 años de edad se presume que no debería salir a “respirar el aire fresco” en el “espacio exterior”. Es bienvenido con el periódico impreso. Nos alegra en horas de espera paciente del día en que volvamos a salir del encierro a vivir la libertad que nos recortan las duras circunstancias y la férrea protección del Estado.
Este sencillo e ingenioso personaje entretiene a los lectores desde 1949, cuando lo creó el caricaturista chileno Pepo, René Ríos Boettiger. Se mantiene en primera línea en su país natal y en América Latina. No hay ningún secreto: La vigencia de Condorito se le debe al estilo que lo distingue como ejemplo de humor limpio, bien intencionado, de una picaresca sana e inofensiva. Los chispazos suyos y de sus compañeros en las revistas son a veces ingenuos, pero en todos los casos provocan una sonrisa. Irradian salud mental, ánimo amistoso y varias características del humor como cosa seria y de una utilización inteligente, ponderada y oportuna de la absurdidad que altera el orden normal de la rutina, como sugería Bergson en su ensayo sobre La Risa.
Contrasta ese humor transparente de Condorito con el de individuos que se las dan de graciosos en la radio y la televisión y en algunos impresos, a los que tal parece que les toca escoger la vulgaridad, la ramplonería, la grosería desafiante, el irrespeto a la audiencia con chistes cargados de procacidad y doble sentido, que a cualquier persona decente le daría vergüenza contar en familia porque son agresiones contra el buen gusto y contra el humor como privilegio del hombre como único animal que ríe. Muchas veces hay que bajarle volumen al radio, o cambiar de canal en la televisión, cuando aparece algún viejo verde ofendiendo a los espectadores con apuntes degradados, reveladores de un estrato moral inferior a cero.
Condorito, el habitante principal de Pelotillehue, está llegándonos como un obsequio muy grato con la edición sabatina del periódico. Él y su comparsa merecen larga vida, que ojalá se prolongue después de la pandemia y refuerce la sección de las tiras cómicas. Coné, Yayita, Tremebunda, Ungenio, Pepe Cortisona, Don Chuma, Don Cuasimodo, Comegato, Huevoduro y Tomate son compañeros de viaje de un cóndor (ave simbólica de nuestro continente) que alegra y reconforta. Y que debería estar en el Consejo Mundial del humor que propuso el filósofo chino Lin Yutang en La importancia de vivir. Si lo que nos espera es un Nuevo Orden Mundial, como está diciéndose, pues que lo dirijan los seres humanos más ingeniosos, talentosos y pacíficos, los humoristas por el estilo del gran amigo Condorito. ¡Plop!.