Hace mucho rato que en Colombia para aspirar a detentar un alto cargo en la administración de justicia (y así sucede en todos los ámbitos), no es suficiente con tener pergaminos intelectuales y una hoja de vida transparente puesta al servicio del país; los ejemplos abundan, cuando se mira la forma como se proveen las diversas vacantes en las altas cortes. No obstante, la última elección llevada a cabo por el Senado para reemplazar a Luis Ernesto Vargas Silva quien desfiló sin pena ni gloria por la Corte Constitucional y, ahora, resulta premiado como integrante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sí muestra hasta dónde llega el vituperio que sufren los aspirantes juiciosos.
En efecto, de los candidatos postulados por la Corte Suprema...