Los cimientos de la Fortaleza Europa empezaron a temblar en agosto pasado, cuando la Canciller alemana, Angela Merkel, anunció la suspensión del Reglamento de Dublín, compleja normativa jurídica que regulaba el ingreso y la permanencia de refugiados sirios en la Unión Europea.
Pocas horas después del anuncio de Berlín, interminables columnas de personas desplazadas emprendieron camino hacia Grecia, primer país comunitario situado en los confines con el Cercano Oriente. En menos de seis meses, cerca de un millón de inmigrantes llegó a Europa, tierra de promisión para las víctimas de los conflictos étnico- religiosos de Siria e Irak. A los refugiados se sumaron inmigrantes afganos, paquistaníes, somalíes, magrebíes, deseosos de llegar a Alemania,...