Por Enrique Osorio Benítez
Hablando de pactos es bueno recordar la historia reciente del siglo pasado, cuando los militantes del M-19 se aliaron con la mafia para acometer la toma del Palacio de Justicia con el propósito de presionar a los magistrados y evitar así la extradición. Esto trajo el resultado horrendo que algunos ciudadanos nos negamos a olvidar y que dio paso a la violencia más desgarradora en nuestro país, ya que la vida después de este hecho perdió valor.
Pero, claro, los jóvenes, tan convencidos del cambio, no se han tomado la molestia de conocer nuestra historia reciente. Algunos militares están pagando su error en la toma del Palacio, pero de los causantes de tal tragedia ninguno. Tampoco le pidieron perdón al país; por el contrario, uno de sus integrantes hace poco respondió en una entrevista que se siente orgulloso de haber sido parte de ese movimiento armado. Este es el payaso mayor que potenció, con la toma del Palacio, la muerte como arma amedrentadora para obtener sus fines.
Ahora, con el pacto de las cárceles, el candidato que no se arrodilla ante los estados poderosos propone el perdón social y, seguramente, la promesa de la no extradición. Luego habla de los venenos y con su pose ambientalista dice que el petróleo es uno de ellos... debe ser por eso por lo que nunca levantó su voz de protesta cuando sus ahora aliados elenos se volvieron expertos en dinamitar oleoductos provocando desastres ambientales irrecuperables, por no hablar de las pérdidas económicas para el país.
Y la cocaína, por la cual cobraban el gramaje en las montañas de nuestro país (M-19, Farc, Eln) para permitir su mercado y engordar sus arcas dirigidas a la revolución, ¿ahora sí es un veneno?
Y para acabar de ajustar, tras los petrovideos, tiene la desfachatez de salir a decir que ahí no hay nada ilegal y que, por el contrario, se siente ultrajado... definitivamente, para los sinvergüenzas no hay moral ni ética.
Tener la esperanza del cambio en una democracia con muchas imperfecciones como la nuestra es algo que todos compartimos, pero creer que quien tiene la llave del cambio es el elegido mesiánico es algo más que ingenuo. No entiendo a quienes creen en esta propuesta de cambio