El papa Francisco se encuentra a la vera de un abismo. La jerarquía conservadora de la Iglesia no le ha perdonado el que no haya querido ser Papa. Que haya preferido ser, como Pedro, simplemente, obispo de Roma. Se despojó de las insignias que los emperadores romanos les habían prestado a los Papas. Y cometió el pecado de querer volver al cristianismo de los orígenes. La curia quiere, y ya, un Papa de verdad.
El terremoto del gran escándalo de la pedofilia practicada con miles de menores por eclesiásticos, incluso de la alta jerarquía, que se llevaba ocultando vergonzosamente desde hace decenas de años, bajo la complicidad de la Iglesia oficial, ha acabado de explotar peligrosamente en las manos de Francisco. No sabemos aún hasta qué punto son...