Al poeta Jaime Jaramillo Escobar lo conocí desnudo. Quiero decir, sin ropa. Ni en el cuerpo, ni en el alma. El poeta Rogelio Echavarría estaba en Medellín y quería saludarlo. Yo me ofrecí a acompañarlo. Jaime vivía en el segundo piso de un edificio de apartamentos de Belén. El timbre no funcionaba, de modo que lo llamamos a gritos. Él abrió las puertas del balcón. Salió sin ropa. Apenas reconoció a Rogelio, bajó a abrir la puerta del edificio, desnudo, como estaba.
Rogelio y él se abrazaron. Se habían conocido en el periódico El Tiempo, en Bogotá, en la década de 1960, cuando el suplemento literario Lecturas Dominicales era el mejor de la prensa colombiana. Rogelio era el editor cultural de El Tiempo. Jaime era uno de sus colaboradores.
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