La fórmula del equilibrio de poder implica que quien domina a otros no tiene que controlarlos completamente sino asignarle cuotas de poder a cada uno de los dominados de tal forma que ni la sumatoria de dichas cuotas ponga en peligro al controlador, como también que ninguno de ellos tenga recursos suficientes para acabar con los demás dominados. Y la receta del equilibrio se perfecciona fomentando confrontaciones entre los dominados para que se agredan entre ellos en vez de unirse para combatir al dominador. Así se construye y mantiene un imperio.
Desde que EE.UU. intervino en 2001 en Afganistán, la guerra más larga en que haya estado involucrado, la estrategia real no era eliminar hasta el último miembro de Al Qaeda, cosa imposible e incosteable, sino garantizar que en esa parte del mundo no se desarrollaría un actor con el potencial de aumentar su poder de manera que luego se convirtiese en un enemigo realmente peligroso. “Al Qaeda en la “justa” medida, ni muerto ni matador”.
Que el gobierno estadounidense esté aparentemente en vísperas de llegar a un acuerdo con los Talibán, los socios iniciales de Al Qaeda, sería un ejemplo de lo que he explicado. El supuesto convenio, al parecer logrado sin permiso del débil e ineficiente gobierno oficial afgano que EE.UU. ha intentado formar a un costo fenomenal, implicaría el compromiso de los Talibán de impedir el restablecimiento de Al Qaeda, sus antiguos socios. ¡La política es “dinámica” en todas partes!
Si esto es así, lastimosamente lo que se asoma no es la paz sino la próxima guerra interna. El gobierno oficial afgano no confía en EE.UU. y menos en los Talibán. Las otras facciones de poder afganas saben que se avecina un pulso por dominios regionales y se están preparando para la próxima guerra civil. Tayikos, uzbekos y hazaras están cooptando miembros de las fuerzas gubernamentales cercanos a ellos y reagrupando sus efectivos para asegurar sus regiones y aprovechar los vacíos de poder que surjan. Así mismo la franquicia en Afganistán del Estado Islámico, anterior aliado de Al Qaeda, que controla 66 de los 407 distritos de Afganistán y se disputa otros 192, se prepara porque saben que es en el caos donde prosperan.
Partiendo de que a EE.UU., como al resto del mundo, le importa un pepino Afganistán, y dándole el beneficio de la duda al gobierno estadounidense, podría asumirse que todos estos desarrollos serían la aplicación juiciosa de la fórmula del equilibrio de poder, pero no puedo asegurarlo. También debo considerar que es otra de las torpezas de un gobierno empeñado en ser reelegido, no importa cómo, acostumbrado a subestimar los costos a mediano y largo plazo de sus decisiones en aras de los beneficios electorales de corto plazo que ofrece cumplir, o intentar cumplir, las promesas de la anterior campaña.
Que los dioses protejan a Afganistán, especialmente a las mujeres que quedarán nuevamente bajo la dictadura de los Talibán.