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Juan Camilo Quintero
Columnista

Juan Camilo Quintero

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EL VALOR DE LA PALABRA Y ENTREGA POR MEDELLÍN

Por juan camilo quintero

juanquinterocti@gmail.com

Hace poco conversaba con un amigo sobre la importancia y el valor de la palabra para nuestros viejos, por llamarlos de alguna manera. Esto es, en un pasado no muy lejano, ciertas personas eran distinguidas porque decir algo implicaba empeñar su palabra y hacerla cumplir a toda costa. Un símbolo de honestidad, hidalguía y caballerosidad que exaltaba la honorabilidad en todos sus procederes. De esta estirpe de patriarcas, podríamos mencionar muchos nombres, seguramente todos muy importantes, pero ciertamente el del doctor Jorge Molina Moreno, para mi gusto, fue excelso, virtuoso en sus formas y generosidad, no solo reivindicando el valor de la palabra sino también su amor y entrega por Medellín.

Tuve la oportunidad de leer algunas de las cartas que el dr. Molina publicaba y enviaba a los empleados, cuando fue presidente de Suramericana, todas ellas haciendo eco a los valores, la mística, el cumplimiento de los deberes, la importancia de vivir en comunidad, el amor fraterno, el buen trato y la conciencia tranquila. Emociona que hayan existido liderazgos como los del dr. Molina, que buscaban inspirar a la organización, fundarla en valores profundos que le dieran solidez. De resaltar su liderazgo, no solamente era empresarial sino también cívico, en un hombre que entregó parte de su vida a la cultura y al arte de nuestra ciudad lo que permitió ser el Alcalde Cívico de Medellín. Esta última, una figura que valdría la pena recuperar en Medellín y Antioquia en cabeza de personajes ilustres que hoy inspiran a muchos por su honestidad y comportamiento ejemplar.

Cuenta la historia que el dr. Molina un día llegó al banco para que le aprobaran un crédito y después de lograr la aprobación la señorita que lo atendió le solicitó una garantía y de manera inesperada el dr. Molina se arrancó un pelo de su bigote y se lo puso en la mesa y le dijo: “le doy mi palabra que honraré el crédito, guarde este pelo como garantía”.

A propósito de una sociedad que cada vez más basa sus relaciones en la desconfianza, qué tal si hacemos pequeños gestos diarios de cumplir una cita a tiempo, honrar los compromisos adquiridos de manera verbal, hablar con la verdad, ponerse en los zapatos del otro, tener cada vez más civismo con nuestra ciudad, evitar juzgar al otro, sin antes escuchar diferentes versiones y sobre todo liderar con el ejemplo.

En un mundo regido por el vértigo, intereses, intrigas y ansias de poder, siempre deberían ser referentes esas personas que con el valor de la palabra y honestidad lograron construir grandes organizaciones e instituciones, siempre buscando servir a la sociedad. Por eso, hoy quiero hacer este pequeño pero sentido reconocimiento a un hombre que hizo honor a la palabra dejando una gran huella en nuestra ciudad no solo por sus virtudes sino también por su entrega. Es muy inspirador cuando nuestros líderes empresariales dedican parte de su agenda a los temas de ciudad. Que no se pierda esa costumbre.

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