A mí me pasa algo curioso, casi siempre llego tarde a los libros, a los autores. Aunque no sé si tarde porque ¿qué es tarde en la literatura? Borges no leía libros que no tuvieran más de 50 años de haber sido publicados y hace poco, Martin Amis decía en una entrevista en El País, de España, que leer a escritores jóvenes no era una forma eficiente de usar el tiempo de lectura. “El modo de juzgar el valor de una novela, un cuadro o un poema es cuánto perdura. El único juez de una obra es el tiempo. Si un libro perdura un siglo, probablemente es bueno; si dura 10 años, no demasiado”.
Yo no soy tan exagerado como Borges o como Amis o como muchos otros que invierten el tiempo en lo que ha sido “probado históricamente”, en lo que, según ellos, ya no...