Una simple mirada al mundo, no muy profunda, deja ver una realidad dominante, que podría caracterizar, muchas actitudes, respuestas y pautas de comportamiento hoy.
Esa mirada deja ver fácilmente un inmenso número de personas que se han acostumbrado a vivir-sobrevivir, con los mínimos. Formación mínima, salario mínimo, exigencias mínimas, condiciones mínimas. En síntesis, hablamos de ¡lo mínimo para vivir! Y claro, en este horizonte, la vida resulta con un “techo” muy bajito, agobiante y sin sentido. El valor de la vida humana es el mínimo.
Con mínimos buscamos superar pruebas. Ser aceptados, reconocidos por todo; ¡nos acostumbramos a esta zona de confort! A vivir cómodos, sin exigencias ni deberes..., solo “con derechos”. A pasar de “agache”....