PorGoodwell Nzouredaccion@elcolombiano.com.co
Mi mente estaba absorbida por la bioquímica de la edición genética cuando los mensajes de texto y en Facebook me distrajeron.
Lo siento mucho por Cecil.
Cecil vivía cerca de su hogar en Zimbabwe.
¿Cecil quién? Me pregunté. Cuando vi las noticias y descubrí que los mensajes se referían a un león cazado por un dentista americano, el aldeano dentro de mí instintivamente celebró: un león menos para amenazar a familias como la mía.
Mi emoción fue aplastada cuando me di cuenta de que el cazador del león estaba siendo caracterizado como el villano. Me enfrenté entonces a la contradicción cultural más dura que me ha tocado vivir en los cinco años que llevo estudiando en los Estados Unidos.
¿Acaso todos los americanos...