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Rafael Pardo Rueda
Columnista

Rafael Pardo Rueda

Publicado

¿Está en peligro la democracia?

Diversos analistas lo han señalado. El más reciente es un artículo de The Economist que señala cómo las democracias están en decadencia. El llamado de atención se dirige especialmente a América Latina. La revista señala el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela. También señala ejemplos como el de Nayib Bukele en El Salvador, que cada vez tiene más poderes.

Es curioso, pero cuando no había democracia en absoluto, cuando el continente estaba plagado de gobiernos militares, excepto tres o cuatro países, pocos hacían comentarios sobre el tema. Posiblemente, porque nos acostumbramos a dar por gratuito el sistema de derechos que ahora vemos amenazado por múltiples razones; entre ellas está el ecosistema digital.

Recientemente leí un libro que se llama Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia, del autor coreano Byung-Chul Han.

Veamos las principales características de la democracia. El discurso político es uno de los principales atributos de la democracia. El discurso se basa en oír, en escuchar. En democracia, el debate entre candidatos es valioso. Los debates cumplen, mal contados, cincuenta años, desde aquella lejana época en que se efectuó el famoso entre John F. Kennedy y Richard Nixon. Pero con el avance de la televisión importa más la puesta escena que los planteamientos que tienen los candidatos. Y ni qué decir en esta época de redes sociales.

Según Han, se resquebraja la democracia a medida que avanza la digitalización.

Explica el autor que la mayoría de la población con un celular o una tableta experimenta una sensación de libertad, aparente, cuando desliza los dedos sobre la superficie del dispositivo. Pero no son ciudadanos libres, que se informan, son seres que están aislados, como ganado, en una afortunada similitud que el autor acuña.

Explica también cómo los algoritmos son la base de la digitalización. Ya lo habíamos visto con Cambridge Analityca en las elecciones en que ganó Trump o en las del Brexit. El algoritmo se encarga de estudiar al sujeto (de Twiter o de Facebook y ahora de Tik Tok) para incrementar sus creencias, impedir el pensamiento crítico e incidir en las elecciones.

La digitalización funciona a partir de seguidores. Los medios compiten por ver quién tiene más followers. Los que usan Twitter, Instagram, Facebook, etc., compiten por ver quién tiene más likes o me gusta.

Y esta es apenas una sola de las razones de los problemas que enfrenta la democracia. Redes y redes de noticias falsas, de acceso a información sin contexto, a un costo infinitamente menor que hace una o dos décadas, creando sociedades de individuos aislados, sin argumentación posible y, por lo tanto, sin el fundamento de la democracia: el debate, al que debemos regresar 

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