Las estadísticas sobre pobreza son embusteras. No porque desconozcan el número de gentes que suban o bajen en posibilidades de alimentarse, morir como toca, educar a sus proles. Sino porque parten de una falsa creencia: que todos los pobres lo son por idénticas razones.
Sucede que no, que hay pobres de pobres, que ser pobre no es solamente carecer de plata. El llamado progreso, es verdad, ha conseguido poner más fríjoles en la mesa de la sociedad contemporánea. Máquinas y tecnología alejaron hambrunas y epidemias, aumentaron las velitas de cumpleaños para muchos que hoy llegan a abuelos.
No obstante, esos seres más nutridos, esos viejos más viejos, con frecuencia no saben qué hacer con sus vidas mejor atendidas. Vegetan en pobrezas peores que...