A veces en Colombia sería más fácil expedir una sola norma con un solo artículo, que diga qué no está prohibido. Qué no disgusta al gobernante de turno y al legislador.
La vida en varios de los más reconocidos parques de Medellín y la zona metropolitana no resurgió con la aplicación del Código de Policía. Murió, como en el caso del central de El Poblado.
Es un desierto, cuando antes era ebullición con personas departiendo mientras apuraban algunos tragos.
Nunca hubo líos mayores distintos a los que pueden suceder en cualquier sitio.
Pero ahora sus habituales ocupantes tuvieron que emigrar por ese moralismo exagerado, victoriano, que se está apoderando de parte de la sociedad colombiana de puertas para afuera, porque para adentro no es ejemplo de...