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Hace algunos días fui invitado al encuentro anual de Procentrismo, un centro de pensamiento cuyo propósito es fomentar la política centrista en Colombia. Para algunos, este punto medio del espectro político no existe y se critica por ser una excusa para evitar tomar posición frente a los temas más espinosos de la política.
Para mí, el centro político existe como una actitud y un anhelo de muchos que consideran que existe un espacio intermedio entre las tradicionales categorías de liberales-conservadores y derecha-izquierda. Frente a la pregunta sobre el futuro del centro político en nuestro país, propuse algunas reflexiones que comparto aquí.
Primero: Decencia. De nada sirve la moderación, la competencia y el rigor, si se es corrupto, o sin serlo, se maltrata, se es indiferente con las necesidades de la sociedad y se vive en un mundo de teorías y sofisticación intelectual. La decencia es más que no robar.
Segundo: Coraje. Moderación no significa evadir los temas difíciles y ser irresoluto. Quienes se identifican con esta postura que se precia de tener como pilar la ciencia y la evidencia, requieren examinar los problemas más apremiantes de la sociedad y asumir posiciones éticas claras y propuestas de política pública. El debate de quienes se identifican con el centro político debe trascender la macroeconomía y fijarse en otros problemas cotidianos que pasan desapercibidos. Adicionalmente conviene ser más vocales, en ocasiones las voces más polémicas y simplistas se adueñan de temas de interés general, opacando así a quienes pueden iluminar con razones de peso a la opinión pública.
Tercero: Inclusión. El centro político en Colombia tiene como figuras predominantes a personas con formación académica del mejor nivel y que han ocupado cargos relevantes en la burocracia estatal. No obstante, este movimiento debe evitar ser un lugar de encuentro sólo de intelectuales y técnicos que intimide a quienes no tengan trayectorias semejantes. Es fundamental tener apertura y evitar la uniformidad de pensamiento. La exclusión es una fórmula segura de fracaso en el ejercicio público y hacer alarde de ser mejor intelectualmente es un síntoma claro de lo anterior.
En medio de tantas ideas, vale la pena recordar algo sencillo pero poderoso: lo fundamental del ejercicio político son las personas y las ideas deben estar puestas a su servicio y la resolución de sus problemas. La conversación ilustrada es necesaria y atractiva, pero lo esencial es la acción. Bienvenida una generación de liderazgos que se han formado con esfuerzo y tienen un interés genuino de incidir y servir en lo público por fuera de las estructuras políticas tradicionales. Es positivo y alentador que surjan nuevas corrientes de pensamiento y acción política en Colombia.
Ver, leer, escuchar: Para profundizar más sobre el tema de esta columna, El manifiesto centrista del autor Charles Wheelan, es un buen texto.
