La urgencia: si en el 2013 había 48.000 hectáreas de coca, en el 2019 teníamos 154.000, tres veces más. En el mismo período la producción de coca se cuadruplicó, de 290 toneladas a 1.137. Como consecuencia, el conflicto armado sigue vivo, el jefe negociador de las Farc y su segundo, Márquez y Santrich, se devolvieron al monte a seguir traficando, y la violencia homicida en el 2019 fue mayor que en el 15, antes del pacto de Santos con las Farc. Vivimos en un mar de coca y sin aspersión aérea con glifosato no podremos detener la inundación.
La alternativa: en realidad no hay. Así lo demuestran las cifras de crecimiento de narcocultivos desde que se suspendió la aspersión aérea. Además la erradicación manual es mucho más lenta, costosa, ineficiente...