Por ARMANDO ESTRADA VILLA
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Lejos de cualquier aspiración política o de interés económico, veo con preocupación lo que ocurre en Medellín. Voté por Daniel Quintero y me inquieta la forma como dirige los destinos de la ciudad. A pesar de que su Plan de Desarrollo Medellín futuro 2020-2023 repite constantemente los conceptos gobernabilidad y gobernanza empleados como modelo, perspectiva y línea estratégica para construir colectivamente el Medellín del porvenir, son conceptos que no practica en su gestión administrativa.
En la gobernabilidad municipal, la Alcaldía como institución política es el actor principal junto a otros actores, en tanto que en la gobernanza es un protagonista más que actúa al lado de otros actores de importancia con los que debe tener intercambios, negociaciones y ajustes permanentes como son los gremios, las empresas mercantiles, las instituciones financieras, las agencias internacionales, los voluntariados, las organizaciones no gubernamentales, las asociaciones de usuarios y de acción comunal, los colegios profesionales, la academia y los gobiernos nacional, departamental y municipales del Valle de Aburrá. En la gobernanza no existe relación de dominación jerárquica, sino que resulta de una acomodación o negociación constante entre los integrantes de la red.
Si la gobernabilidad es la capacidad de tomar decisiones oportunamente, construir consensos, gestionar los diversos intereses e iniciativas expresados políticamente, controlar situaciones conflictivas y aceptar el disenso sin menoscabar las reglas de juego de la democracia, que, en conjunto, contribuyen a darle al gobierno credibilidad y respaldo ciudadano, en la actualidad la Alcaldía de Medellín contribuye con sus trinos y planteamientos a impulsar los disensos y a intensificar los conflictos. Cuando en el juego democrático estábamos acostumbrados a alcaldes que no denostaban de sus antecesores así tuvieran profundas discrepancias con ellos, ahora vemos un alcalde que trata a quienes le antecedieron en el cargo de incompetentes y corruptos.
Si la gobernanza es la capacidad de generar sinergias, valoración de los desacuerdos y favorecimiento de estrategias de concertación para el logro de un desarrollo social, económico e institucional fomentando un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía, mediante un mayor grado de cooperación, diálogo e interacción entre el Estado, que sigue siendo actor imprescindible y los actores no estatales, dentro de las redes de decisión entre lo público y lo privado, en el presente presenciamos un alcalde lanzando permanentemente diatribas contra parte significativa del sector privado, acusándolo de corrupción. En la gobernanza, las organizaciones estatales y no estatales, los actores públicos y privados, intervienen y colaboran en la formulación y aplicación de las políticas públicas. Cuando antes, la administración municipal, el sector privado, la academia y otras organizaciones sociales obraban de consuno buscando el progreso de la ciudad, ahora no dialogan y se tratan como enemigos irreconciliables.
Comparto dos ideas contenidas en el plan de desarrollo que no son antitéticas: “la protección y la defensa de lo público que no es negociable”, y “la gobernanza y la gobernabilidad constituyen la capacidad de la Administración de la ciudad para generar acuerdos y articulaciones con otros actores, tanto institucionales como privados y de la sociedad civil”. Manos a la obra para que estas ideas se materialicen, porque con la gobernabilidad y la gobernanza precarias como acontece hoy se corre el riesgo de incompetencia de la administración municipal para dar respuestas oportunas, eficaces y eficientes a las demandas económicas y sociales de la población