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Elbacé Restrepo
Columnista

Elbacé Restrepo

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¡HAGAMOS MAGIA!

Por Elbacé Restrepo

elbaceciliarestrepo@yahoo.com

Muy tiesa y muy maja, me dispuse una mañana a escribir un artículo sobre lo difícil que ha sido la educación virtual, para alumnos, padres y maestros. Historias van y vienen, unas cuantas simpáticas y muchas otras desgarradoras y preocupantes: Estudiantes sin computador y sin conectividad, cuya única herramienta para acceder a clases es el WhatsApp de la mamá y profesores que se han “reinventado”, la palabra de moda, para no perderlos. Niños de preescolar que a los cinco minutos frente a la pantalla se aburren y abandonan la clase porque “ya me quiero ir para la casa”. Papás que, ejerciendo el teletrabajo, se han visto en la necesidad de multiplicarse para atender sus tareas y las de sus hijos, a veces en el único computador de la casa. Profesores de colegios privados, no necesariamente muy solventes, que han sufrido recortes en su salario porque los padres de familia no han podido pagar la mensualidad. Un círculo vicioso, pese a que algunos le han puesto toda la buena voluntad. Pero la buena voluntad no basta sin las herramientas necesarias y sin la preparación para la virtualidad a la que nos ha llevado esta pandemia, que nos cogió a todos con los calzones abajo.

Y en esas estaba cuando me di de frente con un trino de Sarita Palacio, (Pecosa. Periodista. Magíster en Estudios Sociespaciales. Estudiosa del marketing digital..., como ella se presenta en su cuenta de Twitter) que decía:

“¡Paren todo! Los necesito... Necesito que me ayuden a ayudar. Acabo de conocer una historia que me tiene el corazón en pedacitos. Alisson tiene 8 años. Vive en Altavista. Está vendiendo dibujos para poderse comprar un computador y asistir a sus clases virtuales”. Y continuaba: “Pero Allison no está sola. Tiene tres hermanitos: Juan David, Ian y Joaquín. Su mamá se llama Angy. En este momento están separados, porque su casa se les quemó en diciembre y no tienen cómo vivir juntos”.

Separados, como los gaticos de una misma camada que son repartidos por incapacidad de tenerlos a todos en el mismo espacio. Y hago la comparación con un profundo respeto por los niños, léanlo con ternura, por favor. Hice mi propio dibujo de la situación y la verdad es que me quedó como un reguero de aleluyas tristes: Pobreza, cuarentena, no escuela, no computador, no mamá, no hermanitos... Muy difícil encontrar un emprendimiento más bonito y una necesidad “más necesaria”. La respuesta fue masiva y el primer reto, el del computador para la niña, se logró rápidamente.

Lo que sigue es más grande: Seguir unidos para que Alisson y su familia se vuelvan a juntar, ayudando para la reconstrucción de su casa. Muchas personas e instituciones públicas y privadas se han vinculado, pero este segundo reto es de largo aliento y los aportes siguen siendo bienvenidos. ¿Quiere sumarse? Puede hacerlo en la cuenta de ahorros Bancolombia 10052741202, de Sarita Palacio, o en su celular 3113571223. Hagamos magia para devolverle a Alisson su casa, su familia y la esperanza en un mundo que, cuando nos da la gana, es muy bonito.

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