Gila, humorista español, bautizó a los niños ‘locos bajitos’. En una canción, su paisano Serrat les confirmó el apodo. De nuevo, se toman la palabra estas audacias de pantalón cortico.
Gila, humorista español, bautizó a los niños “locos bajitos”. En una canción, su paisano Serrat les confirmó el apodo. De nuevo, se toman la palabra estas audacias de pantalón cortico:
Petición de Ilona, siete años: “Mami, déjeme ser la mujer de esta casa para decirle a todo el mundo lo que tiene que hacer”.
Eduardo, tres años, se ha metido al mar de la mano de su padre y de pronto los cubre una ola. Haciendo gestos por el agua que se ha tragado, le pregunta: “¿Pero quién le echó sal al mar?”.
Pablo, cuatro años:
—Pablo, si dices mentiras te va a crecer la nariz como a Pinocho.
—Mamá, a Pinocho no se le creció la nariz por eso; él la tenía grande y fue donde un cirujano de plástico y le hizo una nariz respingada.
Estábamos de paseo en el carro y de pronto Migue dice:
—Mami: me tiré un peíto de mentiras.
—¿Cómo así?
—Porque no sonó.
Laura, dos años, está algo estreñida. Estando en la bacinilla haciendo fuerza le dice a su mamá: “¿Por qué estoy llorando si no estoy triste?”.
A Valentina le están explicando la muerte de su abuelita y ella dice: “Está bien, mamá, Dios la necesitaba, pero ¿la necesitaba muerta?”.
Sofía, seis años:
A mi hermano Pablo se le hace un hoyuelo en la mejilla izquierda porque, cuando nació, la enfermera le hundió un dedo en la mejilla y dijo: ¡Qué belleza de bebé!
De Mariana, cinco: “Hay mamás que tienen primero los hijos y luego se casan y otras que se casan y tienen los hijos. Todavía no sé qué voy a hacer primero”.
El papá le encarga a Simón el negocio de antigüedades mientras atiende algo urgente. “Si la señora de la vitrina vuelve, le pides cien mil pesos. Si pide rebaja y te insiste, le puedes bajar hasta noventa mil. Simón dio el siguiente parte de ventas: “Papi, la vendí; hice lo que me dijiste: Señora, que vale cien mil, pero mi papá dice que si usted pide rebaja, que se la deje en noventa”.
Marco, seis, responde al teléfono:
—Aló, alóó.
—Niño, soy Clarita, la amiga de su abuela, ¿me la pasa por favor?
—¡Abuelaaaa, es la viejita cansona!
Diálogo entre Marco, de siete, y Mariana, de seis años:
—Dentro de poco ya no nos vamos casi a ver, Mariana.
—¿Te vas a morir?
—Es que nos vamos a vivir a otro país muy lejos.
—Marco, y cuando nos muramos nos sentamos en las nubes.
—Claro, prima, y saltamos y desde arriba vemos a los que están abajo.
—Y ellos no nos pueden ver.
Sofía, nueve años:
—Mami, ¿dónde está Dios?
—En todas partes.
—Entonces párate de ahí porque estás sentada en Dios.