Al haber crecido en una era que se ha caracterizado por un espectacular apogeo tecnológico y económico, las nuevas generaciones de adultos jóvenes se han formado unas expectativas demasiado altas en lo que a la riqueza y el éxito se refiere. Presionados por la necesidad de triunfar cuanto antes, tienen un desmedido afán por sobresalir profesional y económicamente que los induce a ser muy competitivos y a evitar a toda costa aceptar que necesitan apoyo, lo que significa que sólo cuentan consigo mismos. Esto ocurre en un momento en que la competencia económica y profesional es feroz, por lo que la incertidumbre los acecha y los llena de desconcierto y angustia, precipitándolos en una crisis que no saben definir.
Lo positivo de esto es que, aunque...