Decía San Agustín que “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”.
Cuando un servidor público novato se equivoca, como cualquier humano, debe dársele el beneficio de la duda a su torpeza, más si la falta de talento, coherencia y experiencia es su fuerte. Pero si la torpeza es repetitiva y sistemática, entonces el problema no es solo cognitivo sino de soberbia. La mezcla más peligrosa de todas.
Veamos un ejemplo. Sin haberse posesionado, el actual...