En países desarrollados, y con esto no quiero decir países ricos, el asunto de las basuras es cosa solucionada; hay unos protocolos interiorizados para ese cuidado. En esas culturas es impensable que alguien ingrese al transporte público por la puerta de atrás. No se da el usuario que lo haga, ni el conductor que lo permita. Igualmente, nadie puede pretender que los autobuses le paren diez metros antes o más allá de la parada establecida. Los que van en bicicleta -un modo cada vez más utilizado- son cuidadosamente protegidos por transeúntes y conductores de vehículos automotores.
En escenas tan cotidianas como estas se evidencia el nivel de cultura de las comunidades. Nuestras prácticas muestran otra idea desconectada del colectivo, que avergüenza...