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Talento en Pausa

La pertinencia de la educación no depende únicamente de lo que se enseña en el aula, sino de que tan cerca están las instituciones educativas de las necesidades reales del país.

hace 13 horas
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  • Talento en Pausa

Por Isabel Gutiérrez R. - JuntasSomosMasMed@gmail.com

Entre la discusión política de cada semana hay un tema que debería encender las alarmas... y las oportunidades: uno de cada cuatro jóvenes colombianos ni estudia ni trabaja. Son más de tres millones de talentos en pausa que, según el Banco Mundial, restan cerca de un punto del PIB anual. Pero el dato, lejos de ser una condena, es también una invitación: nunca ha sido tan urgente —ni tan viable— transformar ese pasivo en motor de desarrollo.

El costo de la inacción es claro. Cada año fuera del aula o del trabajo recorta 7 % del ingreso futuro de un joven y eleva 5 % su riesgo de terminar en la economía ilegal. A mayor ocio juvenil, mayores tasas de violencia, embarazos tempranos y depresión, todo lo cual presiona el gasto público. Sin embargo, la otra cara de la moneda es igual de contundente: cada joven que regresa al sistema educativo o laboral aporta hasta 6 veces lo invertido en productividad e impuestos a lo largo de su vida, según cálculos de la OIT. El estudio de la Universidad EAFIT1, recuerda que 66 % de los empleadores no encuentra las habilidades que busca. No falta oferta ni demanda: falta sincronía.

La pertinencia de la educación no depende únicamente de lo que se enseña en el aula, sino de que tan cerca están las instituciones educativas de las necesidades reales del país. Y eso exige que las empresas dejen de mirar desde la barrera. No habrá educación pertinente sin un sector empresarial activamente comprometido en el proceso de formación. Las empresas deben ser aliadas, no simple espectadoras. Eso significa ayudar a diseñar programas, abrir espacios para prácticas, acompañar en mentorías, y actualizar constantemente el mapa de habilidades que requieren. No es solo formar para lo que hay, es imaginar juntos lo que se viene.

¿Qué sigue? Primero, que las universidades transformen sus modelos tradicionales a ecosistemas de aprendizaje modular, personalizado y permanente. Hoy la formación no se agota en un período de tiempo, sino que se extiende a lo largo de la vida, la necesidad de actualización y de reconversión laboral cada vez se requiere de manera más recurrente. Segundo, que la universidad y las empresas públicas, privadas y sociales, fortalezcan la conversación y entiendan las necesidades conjuntas. Tercero, que el Estado entregue incentivos a quienes formen jóvenes en sectores clave: inteligencia artificial, energías limpias...

En Colombia, cada vez que hablamos de educación superior, repetimos una preocupación conocida: los jóvenes estudian, pero no consiguen trabajo. No es nuevo. Lo nuevo es que, en medio del bono demográfico —esa ventana de oportunidad entre 2002 y 2047—, nos estamos quedando sin margen de error. El entusiasmo juvenil ya está: seis de cada diez jóvenes creen que estudiar es su mejor vía de ascenso social. Si sumamos liderazgo empresarial y políticas públicas inteligentes, este “bono demográfico”- puede convertirse en “dividendo demográfico”. Colombia tiene una oportunidad: Convertir millones de “ninis” en innovadores, emprendedores o técnicos especializados no es una ilusión: es la decisión más rentable y esperanzadora que podemos tomar hoy.

1 Educación superior y mercado laboral en Colombia: desafíos y oportunidades en un entorno en transformación

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