Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
En una de sus muchas elucubraciones, el presidente Gustavo Petro dijo que, incluso desafiando la ley, modificará la frase “Libertad y orden” por “Libertad y orden justo” en el escudo nacional.
¿Qué significa “orden justo”? Empiece a buscar una respuesta... le aseguro que no habrá consenso. Algunos se aferrarán a literalidad de la palabra “justo”, la cual define la Real Academia de la Lengua como “quien obra según la justicia y el derecho”. Otros considerarán que está relacionado con la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, mientras que algunos profundizarán en el adjetivo y citarán a Aristóteles, diciendo que se trata de actuar por elección y voluntad para alcanzar en los actos el “justo hombre”.
En fin, complejísimo. Esa mezcla “orden-justo” raya en lo redundante y lo ambiguo. Todo un galimatías.
Vamos revisemos “libertad y orden”. Esta frase, que ha acompañado a los colombianos por más de 200 años, se inspiró en la revolución francesa y el pensamiento ilustrado. Se considera un lema emblemático del país, al igual que Francia tiene su “liberté, égalité, fraternité” (libertad, igualdad, fraternidad), y en un sentido figurado, explica que la libertad es un valor supremo que permite al ser humano desarrollarse, elegir su destino e implica la responsabilidad y respeto por la libertad ajena, y que el orden es la condición necesaria para garantizar y promover esa libertad social e individual, fundamentándose en el contrato social, la constitución y las leyes.
Indudablemente, existe una mayor claridad conceptual en la relación “libertad y orden” que en la denominada “libertad y orden justo”.
Sin embargo, listo, demos el beneficio de inventario a la anodina idea del “orden justo”. Según Petro: “Sin orden justo no hay libertad y entonces hemos vivido para las mayorías del país una ‘sin libertad’: una sociedad oprimida por el miedo y la necesidad. Orden justo existe en un país donde se pueda vivir con dignidad. Orden injusto es el país que hemos vivido lleno de desigualdad y violencia. Vamos por un orden justo lleno de derechos y libertades (sic)”.
Conclusión: una explicación ininteligible.
Modificar el escudo nacional o la bandera no proporciona nada sustancial. Aquí, lo que vemos, es una intención de cambiar la narrativa histórica para acomodarla a los intereses del poder. ¿Se acuerdan del espectáculo de la espada de Bolívar el día de la posesión del presidente? No fue para reivindicar la memoria del libertador. Fue un acto para exaltar al M-19, ignorando el componente histórico de violencia y caos que este grupo ilegal causó.
Eso es sesgar la historia a conveniencia.
Los verdaderos cambios deben ocurrir en los territorios, en la gestión gubernamental. No en los símbolos patrios. La libertad y el orden cobran relevancia cuando el gobierno garantiza su presencia evitando, por ejemplo, que los ilegales sean los que controlen a su antojo. Eso sí es lo justo para gente.
Al final, como lo dijo el columnista Thierry Ways: “Una vaguedad más otra vaguedad no suman una claridad”.
