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Por Juan José García Posada - juanjogarpos@gmail.com
Muchísimo más que una serie entretenida, la de Cosiaca es una obra que exalta al prototipo antioqueño del pícaro, del individuo astuto, malicioso y dedicado a valerse de su malicia y sus argucias para vivir a costa de los demás, al margen de valores morales y normas de buen comportamiento. Cosiaca no puede ser un modelo de paisa ejemplar ni un exponente de la idiosincrasia regional como dijo algún comentarista. Es y sigue siendo la personificación de una sátira del héroe, del caballero, del líder y reformador, como lo son los protagonistas del subgénero literario de la picaresca en la literatura española desde el Siglo Dieciseis, el Lazarillo de Tormes y el Guzmán de Alfarache.
La genialidad de un humorista como Pucheros, César Augusto Betancur, más la participación del insuperable equipo de actores y la calidad integral de Teleantioquia, están ofreciéndonos una serie muy simpática basada en la vida aventurera de Cosiaca, personificado por el popular pereirano John Álex Toro. Pero es preciso insistir en que no es razonable elevar esta teleproducción a la categoría de homenaje al paisa y sus tradiciones, a lo que ha sido el pueblo de la dura cerviz, al fundador de medio país mediante la gesta de la colonización, al emprendedor e impulsor de industria y cultura y todo lo demás que despierta buenos y malos ánimos en el resto de la nación.
Cosiaca, así como lo fueron sus antecesores desde la novela picaresca española y la que se ha escrito en Francia e Inglaterra, en Rusia y en Estados Unidos, con un centenar de nombres y títulos recomendables, es el antihéroe, el antimodelo, el opuesto a cualquier hombre representativo por bueno, inteligente, imitable. Faltaba la organización del relato, armar en libreto y serie televisiva la leyenda del tipo, para que no siguiera propagándose sólo mediante la reproducción oral. Las características de Cosiaca se parecen a las de los personajes más celebrados de la tradición picaresca, guardadas las proporciones. Todos ellos han tenido en común la baja categoría social y cultural, el descender de árboles genealógicos resecos, el instinto de supervivencia impulsado por la ignorancia y la utilización de toda clase de recursos, hasta lícitos si fueren inevitables.
Y el sentido del humor, claro está. Este es otro de los rasgos que atraen del personaje picaresco. Pero al menos por lo que sabemos de Cosiaca, es un humor ríspido y grosero, cargado de doble intención, de mal gusto y nada recomendable a pesar de lo que digan los cultores de los desagradables chistes y cuentos verdes. Que no se confunda a Cosiaca para erigirlo como si hubiera sido el gran antioqueño. Nada tiene que ver, por ejemplo, con Sebastián de las Gracias. Cosiaca es un personaje típico, así como el bobo, el loco, el vago y otros individuos unidos a la historia y la geografía del pueblo, de los pueblos. Pintoresco, figura inseparable del paisaje, que va errando por montes y hondonadas, andaregueando “por aguas y pedrejones”.