En 2017 Kazuo Ishiguro ganó el premio Nobel de Literatura, desde entonces no había vuelto a publicar nada. Después de un Nobel, siempre queda ese peso pendiente, la expectativa de cuál y cómo será la nueva obra del escritor destacado. Consagrado el autor, ¿qué más queda? Pero ocurre muchas veces que un escritor es incapaz de quedarse quieto; es más: un premio es un premio y la escritura debe continuar. Y de qué manera reapareció el escritor nacido en Nagasaki, pero quien, por asuntos laborales de su padre, un oceanógrafo de renombre, se mudó cuando apenas tenía cinco años a Inglaterra.
Klara y el Sol es la octava novela de Ishiguro, y fue publicada en marzo de este año. Esta historia de ciencia ficción, bastante inquietante, indaga qué significa ser humano y en el inevitable futuro que nos depara a todos el final de nuestra vida útil. La historia está narrada en primera persona por Klara, una “chica” AA (Amiga Artificial) adorable y muy inteligente, que tiene un aire afrancesado, cabello corto, oscuro y cuya mirada es la más bondadosa del mundo. Klara es una B2 de la cuarta serie; según algunos, nunca ha sido superada. Klara espera pacientemente en un almacén a que alguien la compre y se la lleve a un hogar donde podrá servirle a algún humano.
Por alguna razón, cada que pienso en una máquina o en un electrodoméstico, imagino que es uno más de una producción en serie; es decir, si yo voy al supermercado a comprar una aspiradora de una referencia X, parto de que todas son iguales, no hay ninguna más excepcional que otra. Lo interesante en esta novela es que Klara, a pesar de ser una B2, sí es más excepcional que otras de su especie. Observa a los transeúntes desde la vitrina, distingue gestos, formas de caminar, analiza comportamientos y ciertos episodios como ninguna de su especie y, oh, sorpresa, se hace preguntas y posee cierta autonomía.
Mientras leía esta novela, mientras me adentré en la voz de Klara, que sabe muy bien los valiosos nutrientes que aporta el sol, no dejaba de pensar en muchas cosas: ¿Qué significa ser humano hoy en día? ¿Buscamos que un robot sea humano? ¿Con qué soñaría un robot? ¿A los robots también podrían romperles el corazón? ¿Un robot puede ser feliz? ¿Nos reemplazará? Son preguntas medio absurdas, pero que, si leen esta novela profunda, se darán cuenta de que son inminentemente cercanas. A pesar de lo extraña, entenderán que no está mal sospechar que si justo alguien está sentado en una mesa de un café, dentro de muy poco podremos no saber si es humano o un B2 o B3; a fin de cuentas, como queda claro en esta novela, cada vez más perdemos lo que supuestamente nos hace excepcionales. ¿Qué es ser humano?, es una pregunta que aún me sigue dando vueltas después de cerrar este libro