Es clarísimo el contraste entre un Trump empeñado en violentar los límites del sentido común y una Hillary Clinton que personifica el estilo razonable de hacer política. El candidato republicano es el prototipo del antipolítico. La candidata demócrata representa un modo al menos respetable y respetuoso de concebir el poder y el gobierno al servicio de los ciudadanos, con todo y los errores en que haya podido incurrir, que nunca serán peores o más graves que los exabruptos, las impertinencias y las barbaridades de su contendor.
Las convenciones de republicanos y demócratas mostraron los verdaderos soportes partidistas de las dos campañas. En la de Trump brillaron por su ausencia los personajes ejemplares de su partido. En la de la señora Clinton...