La atención es una actitud humana de resultados sorprendentes. Los inventos son fruto de ella, de la atención. Es deliciosa la conversación cuyos interlocutores se prestan atención.
Prestar atención es poner la mirada fija en una persona o cosa, haciendo sobre ella una reflexión profunda. Lo propio del estudio, que es el esfuerzo por conocer algo.
En el cultivo solícito de mi relación de amor con Dios, que es la oración, alcanza la atención su máxima expresión. La dicha decir de con S. Juan de la Cruz: “que ya sólo en amar es mi ejercicio”. Despertador infalible de la atención, el amor.
Para S. Teresa, orante excepcional, la oración “que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración aunque mucho...