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Melquisedec Torres
Columnista

Melquisedec Torres

Publicado

La “avionada”

La posible compra de una flota de aviones nuevos de combate para Colombia sería el más grande negocio de adquisición de la historia del país; superaría los $22 billones, aunque el Gobierno insista en que costarían siete menos. Doce ceros a la derecha con los cuales se podría construir 183 mil casas de interés social para 600 mil personas, financiar 4 años todas las universidades públicas o Pagar 9 años del PAE.

Podemos seguir haciendo cuentas pero, en principio, hay consenso en que es necesario que el país modernice su flota aérea como elemento estratégico de seguridad nacional. El argumento de que no tenemos enemigos a la vista no es serio; se tienen aviones para –ojalá– no tener que usarlos. Su presencia es más disuasiva que de uso real; qué tanto depende del potencial enemigo y qué tipo de avión tenemos. Hoy, con las Kfir israelíes de 1989, repotenciados en 2009, y otros nuevos de ese mismo año, algo hay para defendernos y sería —a juicio de expertos que he consultado y del fabricante estatal de Israel— un desperdicio y gran detrimento patrimonial no hacerles mantenimiento, pues mientras llegan los nuevos en 3 o 5 años, el país quedaría completamente desprotegido. Mantenerlos también es asunto de seguridad nacional.

Lo más interesante de este debate han sido las maromas circenses del presidente Petro y sus subalternos para justificar una compra que hace poco más de un año calificaban como irresponsable, irracional y un absoluto derroche. En un gobierno de improvisaciones e incoherencias, la de los aviones lleva medalla de oro, aún más con el ridículo argumento —esbozado por el economista Petro— de que no se usaría la plata de la reforma tributaria y que la deuda sería a mayor plazo. Basta ser bachiller para saber que el presupuesto nacional tiene unidad de caja (toda la plata es para cualquier gasto), que un compromiso de hoy se registra ya y afecta de inmediato la capacidad de endeudamiento de la Nación. Y a mayor plazo más costosa.

¿Y cuál avión compramos? En apenas 4 meses de gobierno, Petro decidió —tras hablar con Macron— que la mejor opción es el Rafale; sin que sepamos por qué o cómo, el comité técnico de la FAC propone el francés tras considerar varios años al F16 de Estados Unidos como la mejor opción. Es el avión de combate más probado de la historia, con 4.500 unidades fabricadas y operando en 25 países, dice su fabricante Lockheed Martin. La otra opción, el Gripen sueco, se presenta como más barata, mejor transferencia de tecnología a Colombia y financiación del gobierno sueco. Y no sobra decir que EE. UU. ha sido y es nuestro aliado más poderoso y cercano, con su Comando Sur aquí cerca en Panamá y Miami. No es de poca monta.

Todo apunta a que pesarán más las afinidades ideológicas de Petro con Macron que las razones de seguridad nacional para Colombia.

Post scriptum: ¿Nos contará el senador Bolívar quién, según sus palabras, se ganará el 10% o 5% de la comisión por esta “avionada”?

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