Lo que hizo un grupo en El Poblado es una muestra más de unos colombianos que se sienten más que los demás. Les molesta lo que otros hacen y cómo piensan y se expresan. Tal vez se consideran gente de bien.
Salir a repintar un mural dejado por jóvenes que han participado en las marchas del paro revela esa Colombia en la que unos quieren que no quepan todos. Como que no hubiera más muros para dejar su mensaje. Es que de eso se trata, más que la democracia, vivir en comunidad.
La gran protesta nacional es un llamado a que todos quepamos bien en este territorio, que no puede beneficiar solo a los más afortunados (en muchos casos afirman que los demás, en sus aspiraciones, quieren todo regalado cuando ellos han vivido montados sobre la rueda de la fortuna con herencias o un gran apoyo económico familiar). Pero millones no tienen eso y no es justo que no puedan vivir siquiera con dignidad, tener acceso a educación y a una atención en salud oportuna y de calidad.
A la educación superior no acceden 48 de cada 100 bachilleres y la deserción es del 10 %: 30 % de los de estrato 1, 41 % de los del dos, 19 % de los del tres.
Y no es por vagancia. La desventaja en la que llegan a ese nivel aterra y las carencias económicas los rematan. Fueron más de 123 000 que abandonaron en primer semestre de 2019 (menos de 5000 del 4 al 6).
El 45 % de los desertores pertenecía a hogares con ingresos inferiores a dos salarios mínimos. Atenidos, dirán algunos.
(¿Cómo irá a ser ahora con 28 millones en pobreza y pobreza extrema?).
No solo en el sector educativo no están cabiendo todos los colombianos, tampoco en el territorio. Mientras 534 000 predios rurales tienen menos de una hectárea, 496 tienen más de 10 000 representando 45 % del área rural. El 1 % de la población ocupa 81 % de la tierra. Tan de buenas ellos.
Apenas dos sectores en los que se nota que Colombia no es para todos y muchos creen que así debe ser, que los demás no se esfuerzan lo suficiente o son vagos como espetaría una senadora de continuas declaraciones clasistas. En el mejor de los casos, dirán, son de malas.
Haber repintado ese muro dice mucho. Es la Colombia que no queremos, la que segrega y desecha al otro.
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