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La gran desconexión

Aunque este es un tema recurrente entre los expertos del sector, muchos inversionistas institucionales y algunos gobiernos parecen no haber entendido todavía que sin minería no hay transición.

23 de septiembre de 2023
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Por Diego Mesa Puyo* - d.mesapuyo@columbia.edu

Esta semana se celebró la Semana del Clima en Nueva York, un evento que se realiza en paralelo a la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2009, en el que se discuten los desafíos y oportunidades de la lucha contra el calentamiento global y la crisis climática. La Semana del Clima congrega a jefes de Estado, ministros, inversionistas y ejecutivos del sector privado y multilaterales, así como destacados académicos e investigadores. En el margen de estas discusiones conversé con varios expertos en transición energética e inversionistas internacionales sobre la gran desconexión que hay entre el creciente apetito por realizar inversiones en energías limpias y el desinterés o la reticencia a invertir en proyectos mineros, y en particular en minerales necesarios para la transición energética como el cobre, el litio, el níquel y las tierras raras.

Aunque este es un tema recurrente entre los expertos del sector, muchos inversionistas institucionales y algunos gobiernos parecen no haber entendido todavía que sin minería no hay transición. La demanda de minerales críticos necesarios para la producción de tecnologías bajas en carbono, como los vehículos eléctricos, los paneles solares, las turbinas eólicas y las baterías, viene creciendo de manera sostenida y se espera que esta tendencia perdure en el tiempo. Por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que la demanda de minerales críticos se duplique a 2030 y, en algunos casos, se multiplique hasta por cuatro veces comparado con el nivel actual. Adicionalmente, la AIE proyecta que los precios de algunos minerales podrían aumentar en más de cinco veces para mediados de siglo con respecto los niveles actuales. Aunque los avances tecnológicos están en constante evolución y es probable que la cantidad de minerales necesarios por cada aplicación disminuyan en el futuro, el crecimiento en la generación de energías limpias necesario para cumplir con las metas climáticas es tan pronunciado, que, en caso de no existir la suficiente oferta de minerales críticos a futuro, la transición energética podría retrasarse significativamente en algunos países o ser inasequible en otros.

Dado este panorama, sorprende que la producción y el procesamiento de estos minerales este concentrado en pocos países. Por ejemplo, la República Democrática del Congo y Australia producen el 70 y 55 por ciento de la demanda global de cobalto y litio, respectivamente, mientras que China es el principal productor de 18 minerales críticos y representa más del 60 por ciento de la producción mundial de tierras raras. Adicionalmente, China domina el procesamiento de minerales críticos, así como la fabricación de paneles solares fotovoltaicos y baterías para vehículos eléctricos, representando cerca del 75 por ciento de la oferta global.

Dada la importancia geopolítica y económica de los minerales críticos y el gran potencial que tiene América Latina, incluyendo la producción de cobre en Chile, Perú y Panamá, litio en Argentina, Bolivia y Chile, y niobio en Brasil, es urgente que los países de la región desarrollen políticas públicas para convertirse en actores relevantes en la cadena de suministro global, tanto incrementando la producción de minerales como en su procesamiento, y no dejar pasar así otra oportunidad más de crecimiento y desarrollo.

*Miembro Distinguido Visitante del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia en Nueva York

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