¿Qué nos hace colombianos? ¿Qué nos identifica como nacionalidad? La respuesta se facilita en tiempos de cambio presidencial, como los que corren. Cada cuatro años, o cada ocho a causa del desatino histórico del nuevo milenio, la realidad categórica nos apachurra como lápida de cementerio.
Intentamos levantar cabeza cada cuatrienio, nos dejamos halagar de la esperanza, votamos por el “menos peor”, atiborramos las redes con videos heroicos grabados con las caras lindas de la televisión. Incluso revivimos las viejas mañas de la militancia: caras severas, marchas con avisos de cliché, bufandas contra el frío y las cámaras de la policía.
En fin, nunca nos damos por perdidos contra los marrulleros de todos los siglos. Pero siempre perdemos. A veces...